Hace veinte años la gente nos miraba con algo de pena cuando les contábamos que teníamos una casa en El Priorato. Lo mínimo que preguntaban es „y por qué?“, la mayoría nos miraban con curiosidad para acabar preguntándonos donde está El Priorato.
Ahora las cosas han cambiado y cuando lo comentamos más de uno nos pregunta cómo hemos conseguido tener una casa en esta región, tan poco dada al turismo. Incluso quien hace vacaciones en la famosa Costa Dorada, generalmente apenas si le dedica un dia a irse “de aventura” al Priorato o, quién más, a la búsqueda de un buen vino. Y es que en el Priorato no hay que buscar mucho para encontrar un buen vino. Empecemos por explicar que las cepas crecen en un terreno muy empinado y además generalmente en pura pizarra (o llicorella como se llama en catalán). Esta pizarra tiene la propiedad de dejar penetrar el agua a profundidad, por muy seco que esté el terreno, el agua está en la profundidad. Además el viticultor se encarga de que las raíces de las cepas también vayan en búsqueda de esta profundidad, para lo cual se dedica año tras año a la penosa tarea de eliminar cualquier hierbajo que pudiera hacer sombra sobre el terreno y con ello “animar” a las raíces que se queden por la superficie, asi pues, el sol quema sobre la oscura pizarra y las raíces huyen hacia abajo. La lluvia tiene que penetrar a profundidad y la superficie tiene que quedar seca pronto, asi los viñedos aguantarán sin problemas los mortíferos rayos del sol en pleno verano, pues las raíces estarán frescas y bien regadas en las profundidades. A pesar de todos los trucos, las cepas no producen gran cantidad de uvas y las que lo hacen tienen que desprenderse de parte de ellas, otro trabajo más antes de la cosecha, pues el viticultor querrá siempre que todas las uvas en una cepa estén maduras al mismo tiempo, asi que si llueve demasiado en la primavera tardía habrá más trabajo en el viñedo porque seguirán naciendo nuevos racimos de uva que luego no estarían maduros al mismo tiempo. Con todos estos cuidados y esmeros, no es de extrañar que se produzcan excelentes caldos como los de la La Hermita, El Clos de l’Obac, El Mas Martinet, Terroir-al-Limit, Trio Infernal, Celler Cecili , Celler Lluis Llac y muchos otros. Los premios y galardones internacionales se repiten año tras año. Una compensación más que justa después de decenios con apuros económicos y ver que los vinos del Priorato salían en camión a granel para mejorar los caldos de Burdeos.
En Torroja habrá ahora una docena de bodegas, una de las más destacadas y premiadas es „Terroir al Limit“ que ha ganado la denominación de figurar entre las 20 más apreciadas de España. Sus propietarios y fundadores Eben Sadie y Dominik Huber son un binomio ideal, habiendo conseguido en poco tiempo hacer un „Vi de Poble“ (Vino de pueblo) al estilo “antiguo” que merece la pena presentarle sus honores. Dominik Huber vive en Cal Alemany y su bodega está a menos de 100 m de Cal Batistet-Ferrer o Cal Viola. Asi que al menos a esta vale la pena dedicarle algún tiempo acordando una visita con su dueño. No todas las bodegas de Torroja son fáciles de encontrar (y sobre todo encontrarlas abiertas). Por otra parte, Torroja tiene una excelente tienda de vinos selectos que merece una visita. Su dueño, el Sr. Mayol con mucho gusto da consejos sobre el tipo de vino que pueda ser apropiado según cada gusto.
Para terminar podemos afirmar con todo convencimiento que unas vacaciones de tres semanas no serían suficientes para probar todos los vinos de D.O. Priorat y D.O. Monsant.